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sábado, 24 de diciembre de 2016

Rostros resplandecientes por Rabino Shalom Arush

Libro: En el Jardín de la Paz.Autor: Rabino Shalom ArushCapitulo 12. Tema: Rostros resplandecientes.



La Torá nos manda emular los rasgos de HaShem (Deuteronomio 28:9): “Y andarás por Sus caminos”. El Jafetz Jaim explica: “Se nos manda emular los rasgos del Creador, que son todos buenos. Así como Él es compasivo -así también el hombre debe ser compasivo. Así como Él es paciente -uno debe ser paciente. Lo mismo ocurre con todos los “rasgos” de HaShem: el hombre siempre debe emularlo”. Y escribió Rabí Moshé Cordovero zt”l, que el rostro del hombre debe siempre resplandecer e iluminar, es decir estar sonriente y reflejar cordialidad, recibiendo a los demás con amabilidad, tal como está escrito sobre el Creador Mismo (proverbios 16:15): “En la Luz del Rostro del Rey -está la vida”.

“Dice Shamai (tratado Avót 1:15): ‘Recibe a toda persona con expresión agradable’”. Explica Rabenu Yona: “Muéstrales un rostro dichoso. Si alguien nos da todos los regalos del mundo pero con el rostro abatido, es como si no nos hubiera dado nada. Pero si nos saluda con el rostro alegre, aunque no nos dé nada, sentimos como si nos hubieran dado el más grande regalo del mundo”. El rostro de la persona muestra lo que siente dentro del corazón. En hebreo, la palabra “rostro” se dice ‘panim’: que se relaciona con la palabra ‘pnim’, “adentro”, porque el rostro de la persona refleja su estado interior. Dice en el libro de Nejemías (2:2): “Y el Rey me dijo: ‘¿Por qué tu rostro esta amargo, siendo que no estás enfermo? Esto no es sino la amargura del corazón’”

Para la mujer, el rostro resplandeciente de cariño y alegría de su marido significa muchísimo mas que todos los bienes materiales que él pueda darle. Por eso, el hombre debe hacer una pausa antes de cruzar el umbral de su casa y debe prepararse para saludar a su mujer con alegría, para que ella sienta que él está feliz de verla, Debe dejar afuera toda angustia que pueda haber sentido.
El Rabino Shlomo Zalman Oierbaj zt”l al elogiar a su difunta esposa, declaró que no tenía necesidad de pedirle perdón, como se suele hacer con los difuntos, porque nunca la había herido ni le había causado aflicción durante todos los largos años que habían vivido juntos. Dijo un gran sabio que nunca había logrado entender cómo era posible alcanzar tal nivel -nunca causarle aflicción a la esposa. Entonces un joven le contó que una vez había acompañado al Rabino Oierbaj cuando éste se dirigía a su casa en un día muy ventoso. EI viento era tan fuerte que el Rabí Oierbaj lucia desaliñado, pero antes de entrar a su casa, se arregló la ropa y se aliñó la barba. El joven le preguntó si estaba esperando invitados en su casa, y si por eso se arreglaba tanto, pero el Rabí Oierbaj le explicó que no esperaba a ningún invitado, sino que cuando él entraba a su casa y se reunía con su mujer, para él eso era igual a recibir la Presencia Divina. Por eso se arreglaba tanto en honor a ella. Y añadió: “La mujer no tiene que ver a su marido todo desaliñado y desprolijo. Cuando el hombre entra a la casa, debe lucir prolijo y ordenado y debe tener una expresión afable en el rostro”. Tras más de cincuenta años de matrimonio, él seguía cuidándose de mostrarle a su mujer una sonrisa feliz y resplandeciente. Qué grandeza...

La mujer nunca debería ver a su marido con el rostro enojado ni con el ceño fruncido. Las emociones negativas afectan negativamente el semblante de la persona. Cuando el hombre entra a su casa con el rostro enojado y el ceño fruncido, está causándole un disgusto a su mujer, porque lo primero que piensa es que él está enojado con ella. Cuando un amigo nos mira con el rostro enojado, lo primero que pensamos es que está enojado con nosotros. La mujer es especialmente sensible a la forma en que la trata su marido.

La alegría y el semblante alegre no se adquieren de la noche a la mañana. Uno tiene que trabajar y rezar mucho para poder conseguirlos. La mejor forma de alcanzar la alegría en forma constante es fortalecer la fe en el Creador y en Su Supervisión Individual, que está hecha a medida y que es señal del inmenso amor que Él siente por nosotros.

Dijo Rabí Najman de Breslev: “Hay personas que tienen sufrimientos tremendos, absolutamente terribles, Dios nos salve. A estas personas les resulta imposible contar lo que sienten en el corazón o tal vez no tienen a quién contárselo. Están consumidos por sus aflicciones y sus preocupaciones. Pero si alguien se acerca a ellos con el rostro alegre, puede literalmente devolverles la vida”. Darle vitalidad a una persona es algo de enorme importancia. Si tu mujer tiene el corazón lleno de dolor y tú vas y la saludas con el semblante alegre y con afecto, literalmente le estás inyectando nueva vida y le estás curando el alma.



Bibliografía
Arush, Shalom. «En el Jardín de la Paz (Hombres).» Cap. 12, 314-316. Jerusalén: Hilo de bondad, 2012.

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1 comentario:

  1. Grascias, grascias por estas grandes lecciones, son simples, más no las veimos

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