Los libros hebreos que los judíos de Sefarad produjeron durante la Edad Media constituyen uno de los logros culturales más importantes de la historia judía. A partir del siglo XII, y es posible que incluso antes, los judíos de la Península Ibérica copiaron, decoraron e iluminaron manuscritos hebreos de todo tipo (obras legales, libros de oración destinados al uso litúrgico, de poesía y belles-lettres, filosofía, homilética, e incluso ciencia).
La mayor parte de estas obras se redactaron originariamente en hebreo, pero muchas otras fueron escritas en judeo-árabe, y algunas traducidas del árabe o del latín. Muchas de ellas fueron además decoradas e ilustradas, en ocasiones magníficamente.
Tradicionalmente, dos géneros han destacado por su excepcionalidad en el extraordinario conjunto de libros producidos en la Península Ibérica: la Biblia hebrea y la Haggadah. Las haggadot sefardíes se han estudiado en detalle, y han formado parte de muchas exposiciones. Frente a esas exposiciones, la que aquí nos ocupa se centra en la Biblia y obras auxiliares a su lectura y estudio: comentarios bíblicos, gramáticas del hebreo bíblico, y otras obras de tipo parafrástico.
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